martes, 15 de diciembre de 2009

A los pueblos y gobiernos del mundo:

Hermanos y hermanas de otras razas, lenguas, credos, color y mismo corazón a cuyas manos se acerque este manifiesto que lo haga pasar a toda la gente de esos pueblos

"No morirá la flor de la palabra...
Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy,
pero la palabra que vino desde el fondo de la historia
y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.
Nosotros nacimos de la noche,
en ella vivimos, moriremos en ella.
Pero la luz será mañana para los más:
para todos aquellos que hoy lloran la noche;
para quienes se niega el día;
para quien es regalo la muerte;
para quienes esta prohibida la vida.
Para todos la luz;
para todos todo.
Para nosotros la alegre rebeldía;
para nosotros nada.
Nuestra lucha es por el respeto
al derecho a gobernar y gobernarnos
y el mal gobierno impone a los más
la ley de los menos;
nuestra lucha es por la libertad para
el pensamiento y el caminar,
y el mal gobierno opone cárceles y tumbas.

Nuestra lucha es por la vida,
y el mal gobierno
oferta muerte como futuro.
Nuestra lucha es por la justicia,
y el mal gobierno se llena
de criminales y asesinos.
Nuestra lucha es por la historia,
y el mal gobierno propone olvido.
Nuestra lucha es por la paz,
y el mal gobierno anuncia
guerra y destrucción.
Techo, Tierra, Trabajo, Pan, Salud, Educación, Independencia, Democracia, Libertad. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los quinientos años, estas son hoy nuestras exigencias.
Para todos la luz; para todos todo.
Para nosotros la alegre rebeldía; para nosotros nada.
Aquí estamos: somos la Dignidad Insurrecta, el corazón olvidado de la patria."

lunes, 14 de diciembre de 2009

cacerola de teflon...


No te oí... En los días del silencio atronador.
No te oí junto a las madres del dolor,
no sonaste ni de lejos, por los
chicos, por los viejos olvidados.

No te oí... Puede ser que ya no estoy oyendo bien,
pero al borde de las rutas de Neuquén,
no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro.
Y entre nuestros cantos desaparecidos
yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente,
que resiste comprender que hay
tanta gente
que en sus pobres recipientes sólo guarda una ilusión.

Cacerola de teflón, volvé al estante,
que la calle es de las ollas militantes,
con valiente aroma de olla popular.

Cacerola de teflón, a los bazares
o a sonar con los tambores militares
como tantas veces te escuché sonar.

No te oí... cuando el ruido de las fábricas paró,
cuando abril su mar de lágrimas llenó.
No te oí con los parientes del diciembre adolescente, asfixiado.

No te oí. Puede ser que mis oídos oigan mal,
pero no escuché en la exposición rural,
reclamar por el jornal de los peones yerbateros,
por la rentabilidad de los obreros,
por el tiempo venidero, porque venga para todos.

No te oí ni te oiré porque no hay modo
de juntar tu avaro codo con mi abierto corazón.

Cacerola de teflón, volvé al estante
de los muebles de las casas elegantes
que las cocineras te van a extrañar.

Cacerola de teflón, a los bazares
o a sonar en los conciertos liberales
como tantas veces te escuché sonar.

No te oí en el puente de Kosteki y Santillán
No te oí por el ingenio en Tucumán.
No te oí en los desalojos ni en los barrios inundados de este lado.

No te oí, en la esquina de Rosario que estalló
Cuando el ángel de la bici se calló
y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida.

Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo
por un joven sin trabajo, a la deriva.
Debe ser que desde arriba,
desde los pisos más altos
no se ve nunca el espanto y las heridas.

Cacerola de teflón, volvé al estante.
Yo me quedo en una marcha de estudiantes
donde vos nunca supiste resonar.

Cacerola de teflón, a los bazares
o a llenarte de los más ricos manjares
que en la calle no se suelen encontrar.

martes, 8 de diciembre de 2009

una historia conocida...

No se sabe mucho sobre lo que pasó en el medio.
Todo empezó con aquel cassette encontrado por casualidad entre muchos otros cassettes que nadie escuchaba en esa casa. Nadie lo escuchaba, probablemente, porque nadie sabía de su existencia. Pero resultó que por aquel entonces empezaba a transitar la adolescencia y buscaba, sin saber bien qué, pero buscaba. Y como reza el saber popular: el que busca encuentra. Así fue como ese cassette gris fue a parar al viejo reproductor de una habitación ajena, que había sido ocupada aprovechando la ausencia de su verdadero huésped.
Es probable que no haya exisitido una gran comprensión en ese primer encuentro, ese primer choque de muchos otros. Pero con seguridad hubo algo diferente, algo que hasta entonces no había experimentado: el estremecimiento de cada célula del cuerpo al sonar de esos acordes, al primer contacto filoso con esa voz.
No se sabe mucho sobre lo que pasó en el medio, entre aquel día de Toxi-Taxi oído por casualidad y ese otro día, muchos años después, en una plaza de la ciudad, muy lejos de casa. La falta de estos datos hace que sea difícil entender por qué hasta el último centavo de los ahorros fue a parar a ese destino, por qué cometió la irresponsabilidad de irse (irse y nada más) justo en ese momento, por qué viajó de esa manera (tan apresurada y feliz).
No hubo más que rutas, durante muchas horas, cruzando provincias, mirando desde las ventanillas ciudades que jamás había pisado. Atrás quedaron Santa Fe, Santiago, Tucumán. Por fin "la linda" se le plantó ante los ojos, y le movió el corazón. Tanto esperarlo y ahí estaba.
Las horas siguientes fueron interminables. Le urgía la necesidad de que la noche por fin se le cerrara sobre la cabeza y trajera consigo lo que había ido a buscar.
Las nubes cubrieron los últimos agujeros que quedaban en el cielo. Otra vez mirar para arriba y reír de que siempre sea igual: la amenaza inminente del clima, para rogar que llueva, para rogar que no llueva.
La nebulosa de humo le cubrió la mirada y pronto quedaron a oscuras. Los sonidos hipnóticos comenzaron a girar en su cabeza, a meterse en cada parte del cuerpo (como aquella primera vez de Toxi Taxi, anticipando lo que vendría), a aumentar las pulsaciones, a condensar la masa para que los otros miles de cuerpos que estaban ahí perdieran su individualidad y se fundieran en el rito repetido.
De regreso a oktubre, desde oktubre... y aunque aún corría septiembre, otra vez se le erizaba la vida, se le pasaban tantos años por la memoria (nadie sabe bien lo que pasó en el medio), se le salían las lágrimas y se le inundaba el alma de felicidades inexplicables.
Las siguientes 2 horas fueron un trance permanente. Un sentir que de tan intenso se volvía tangible. Pasar de la risa al llanto, del abrazo al baile, del grito a la contemplación. Con los Juguetes Perdidos siempre ahí, llevando la noche a uno de sus puntos más extremos, levantar la vista empapada y sonreír por la complicidad de esa estrella que no quiso dejar de ser parte. Un desorden completo de emociones, acumulándose progresivamente para conformar el caos final. La ansiedad anticipando el momento, sabiendo que está ahí, que pronto aparecerá para desatar la tormenta, para tronar por los dolores, para hacernos bailar, presos de nuestras ilusiones, por nuestras penas, por las soledades. Y por fin aparece, el orgásmico pogo más grande del mundo; la pequeña muerte, la entrega total del final, ese dejar alma y vida, el estallido. Alfa y omega de nuestras pasiones.
Movilizados hasta los rincones más profundos de la esencia, nos desprendemos de a poco, volvemos a ser "yo" y empezamos a separarnos. El que emprende el regreso, nunca es el mismo que inició el viaje.
Nadie sabe bien lo que pasó en el medio, entre ese primer Toxi-Taxi y este 19 de Septiembre en el Martearena. Pero ¿quién necesita saberlo?

martes, 1 de diciembre de 2009

Yerba y olvido...


Surco abierto, sueño largo,
tierra roja y malezal,
mandiocal, yerba y olvido,
misionero por demás,
te conozco desde siempre,
y aunque no entiendas mi andar,
el grito que Dios me a dado,
pa´ tu silencio será.

Surco abierto, sueño largo,
tierra roja y malezal,
mandiocal, bofe y miseria,
repartida en el jornal.

Bracero, miseria,
tristeza en los ojos y el hueso
pa´ que me sirve la vida.
Pa´ que me sirve la muerte
Pa´ que me sirve ser hombre y no verte
Bracero de la tristeza.

Hay un pago en el mundo,
donde todo es verde,
donde todo es bello,
donde rugen las aguas,
donde besa el aire,
donde nace el cielo,
donde reina el plumaje,
y exhalan las flores perfumes eternos,
hay un pago en el mundo,
donde llora el hombre,
con sabor a hiel.

Hay un pago en el mundo,
misionero macho,
chipa y terere,
donde ley es trabajo,
Y quien cincha de abajo
revienta de pie.

Surco abierto, sueño largo,
Tierra roja y malezal,
mandiocal, yerba y olvido,
misionero y por demás.

Hay un pago en el mundo,
donde todo es verde,
donde todo es bello,
donde rugen las aguas,
donde besa el aire,
donde nace el cielo,
donde reina el plumaje,
y exhalan las flores perfumes eternos,
hay un pago en el mundo,
donde llora el hombre,
con sabor a hiel.

Hay un pago en el mundo,
misionero macho,
chipa y terere
donde ley es trabajo,
Y quien cincha de abajo
revienta de pie.