jueves, 18 de junio de 2009

La equivocación de antaño

¿Cómo lloran esos perros?
¿Cómo pueden llorar?
¿Acaso ya no obedecen?
¿Ya no obedecen a un nefasto amo?
¿Pueden llorar los ciervos voluntarios?
¿O solo imitan las tristezas obligadas??
Tienen precios sus cabezas en el infierno
Los rebeldes no soportan esa cobardía.

Y que un portador de luz los libre,
mas que un divino ser se distraiga,
y puedan robarlos de sus garras.
Pobre Luzbel, incomprendido social,
difamado por el aceptado patrón celestial.
¿Es el paraíso la castidad y abstinencia?

Un ejercito santo y angelical,
para los monoteístas.
Un millón de estampas y mercancías,
para los negadores del fetichismo.
Un palacio dorado,
para los que regresan lo del Cesar al Cesar.
Un olvido,
Para los inquisidores.
Una procesión,
Por la muerta inteligencia humana

No hay comentarios:

Publicar un comentario