sábado, 1 de agosto de 2009

carta de un rinoceronte a una luciernaga que ya no existe


De a poco todo comienza a salir un pokito mejor.
Ya no tengo pesadillas. Ni piojos. Y gracias a mi nueva costumbre de usar a modo de papel de armar las hojas de los libros de poesía jujeña que me gustaron mucho,casi ya no fumo.
Conseguí trabajo. Subí diez kilos. Y ya no preocupa tanto que la tierra pueda explotar de un día para el otro.
Pero hay cosas que no cambian. Cosas que nunca cambian.
Ayer quise decir Lucía y fue tu nombre el que dije.
Y es así... Mi estoica tranquilidad de rinoceronte en cautiverio nuevamente amenazada por no saber olvidar

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