sábado, 24 de octubre de 2009

una tade de liebres

Esta historia tiene su comienzo en la sobremesa de un asado, por supuesto acompañado del reglamentario vino tinto. Así fue como luego de un rato largo de charla y oración al santo 750cc el aire se fue poblando de imágenes, retazos de campo, potrero y salidas. De padres y abuelos de anécdotas de tiempos mas simples sin cotos ni elites ni campos solo para turistas con gordos bolsillos llenos de divisas. Es cuando los tres integrantes de esta aventura hacen un aparte casi a escondidas de las mujeres y los niños para evitar caras de desaprobación y los agu llevame!!! De los más benjamines.
Adrián rompe el hielo: -Dale cutin, (un servidor rebautizado así por el más pequeño de los sobrinos de Adrián) ¿subimos los rifles y arrancamos a ese lugar que me contaste? Podríamos cazar un par de liebres ¿o no?
Mario: -¡Déjense de joder si son de aire comprimido! ¡No van a matar ni a una mosca!! Jajá
Agustin: - Bueno no jugamos nada pero arranquemos y como decía mi abuelo: ¡vamos a ver cuantos pares son tres botas! Eso si yo los llevo al potrero pero no mas de una liebre por cabeza! Y vamos con tu auto Adrián que el mío tiene problemas con las luces de posición y no quiero que nos lleven por delante en la ruta. Dejamos el vw 1500 en tu casa Adrián que queda de camino.
Con una sonrisa rebalsante de nuestro lado y una trompa enorme de las mujeres de la familia emprendimos el viaje. En el baúl el Shark a repetición, su hermano tiro a tiro, el farol una garrafa nueva unos balines punta hueca del fabricante y una cajita de balines esféricos marca lobo. El resto incluía las sillas plegables el termo los jarros una petaca y algún salame que creo cayo por error. Entre charlas y bromas recorrimos los 50 Km. que separaban la casa de Adrián en Padua del campo y ya llegando por la ruta 6 y la 200 la humedad y la densa niebla no dejaba ver a mas de 5 metros delante del auto conforme la cosa pintaba mas fea las caras mas se alargaban ¿Será que no era nuestra noche?
Pese a todo la decisión fue unánime “Hay que seguir” acertada porque llegando al cartel y los palitos que indican el comienzo del camino rural empezó a soplar un poco el viento y se dejo ver una luna “para colgar baldes” Paramos un instantes nos vestimos cual GI Joes del subdesarrollo aprontamos las armas, cruzamos por el techo y por dentro de las puertas de atrás una soga a la cual le realice una suerte de manijas para que se pueda ir parado en el zócalo del auto con las puertas traseras abiertas listo para tirar y tener donde asirse ante cualquier pozo.
Ya listos para comenzar decido manejar (mis compañeros eran dueños de un entusiasmo solo visto en niños de 10 años)
Adrián se apronta con mi fiel shark a repetición un sus manos chequea el encare a la mira shilba 4x32 en repetidas veces para encontrar el punto focal fácil y me dice: ¿Fumo con la mira? A ver si no le pego! Le respondo en tono de película doblada al español: En el fondo de 25 metros dio bien ahora será la hora de la verdad!, jajaja.
Mario hace lo propio del otro lado del siena y toma el busca huellas que ya hace un tiempo le sustituí las baterías inalámbricas por un cable y una lámpara h3 de 100w y paso a ser otra cosa totalmente distinta. En mi regazo el Shark a cerrojo listo para reforzar el tiro ante un animalito herido así a paso de hombre arrancamos con el auto.
No hicimos 500 metros cuando la primer invitada llego a la fiesta una liebre regordeta dejo ver primero el pompón de la cola al saltar entre los pastos y luego sus orejas hasta que por allí aparecieron los brillantes ojos tan buscados.
Le grito a Adrián: -No le tires que esta lejos, ta difícil y se va a ir igual. Adrián me replica: - La tengo fumà que la tengo. Tensa el dedo y TANNNNG! Ante mis ojos la liebre pega un salto de un metro y cae. Suelto todo detengo el auto y salgo corriendo a buscar a la presa. Mi entusiasmo y apuro evitan que vea debajo de los pastos la zanja y allí caigo de cabeza sin llegar a decir ¡¡agua!!
Me levanto cual resorte vuelvo a emprender la carrera, encaro el alambrado de 7 hilos, salto… y me engancho la entrepierna del pantalón en las púas. Las risas explotaron en la noche, no hago caso, llego a la liebre la tomo de las patas traseras y le propino una fuerte patada en la nuca para evitarle sufrimiento. Ahora un pequeño detalle los borcegos llenos de barro en el pasto no se afirman bien así que otra vez de bruces en el pasto. Vuelvo riéndome caminando tiro la liebre en el baúl y continuamos todo acompañado de comentarios como:
-¿Sabias que buscan nuevos malabaristas en el circo rodas? –Menos mal que no cazamos jabalíes sino te subías a domarlo –Donde menos se espera salta… Cutin
Me reía, pero el humito de mis orejas me delataba y justo cuando estaba por retrucar aparece a unos 35 metros delante una liebre, Mario (quien demostró esa noche ser excelente para marcar las presas con la luz) Grito: ¡déjala que es chiquita! Así vimos como de a saltitos la juvenil pasaba por delante nuestro. Y la acción tuvo su recompensa enseguida apareció otra esta si por demás bien alimentada de excelente porte otra vez Adrián… silencio…. Y TANNNG! El revolcón del animalito dijo que el disparo fue todo lo esperado. Un breve descanso un brindis de la petaca por los trofeos obtenidos y ya estábamos listos para buscar la tercera y ultima según lo pactado. Pero el diablo metió la cola y el auto se detuvo, se apagaron todas las luces y parecía haberse ido al reino de los muertos. Todo esto a kilómetros del asfalto. En la completa oscuridad buscamos a tientas las linternas y nos miramos: -¿Qué hacemos? ¿Caminamos? ¿Empujamos? ¿Pedimos por mama?
Luego de pensar un rato llegamos a la conclusión si la batería tenia carga, el problema estaba en otro lado, el siena no tiene computador. Así que decidimos, sin nada más que la Victorinox, desarmar la carcasa del volante. Quitamos los cables y cual experimentados ladrones puenteamos el contacto y le dimos arranque al auto.
Entre exclamaciones de alegría y alivio la comunidad de la liebre retomo el camino a casa. No sin antes comprometerse a nuevas aventuras. Dicen por ahí que hay un campo de 200 ha que espera a ver si las perdices se hacen amigas.

FIN

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