martes, 21 de abril de 2009

la bronca de papà


Papá esta enojado, sale echando putas del sofá, harto ya de los pecados de un montón de hijos bastardos de la suerte, que osan enfrentar a sus deseos. Pero "ya no habrá piedad", piensa en su loca madriguera craneal, mientras frente a un espejo termina de rasurarse lo último que queda de su asquerosa humanidad.

Ellos se encuentran casí a sus pies, sin embargo debía darle un mensaje a sus gélidos amigos. Aquellos cubitos comunistas, que cometen el grave error de hacerle sombra.

Nuevamente, 1945 años después del primer salvador, otro pequeño niño caerá del cielo para redimir y perdonar a los condenados. Seis de agosto, el dios de turno en el paraíso del norte toma el teléfono y llama a la cigüeña. Un pajarraco tonto, como deben ser para volar en su nombre, se encargará de entregarle a los necios el obsequio divino.

Ocho y cuarto de la mañana, los pequeños granitos de arroz duermen armoniosamente. "Cielo descubierto, cielo descubierto" proclama el amarillo meteorólogo en el último informe de su existencia. Es el momento, el obediente pajarraco lleva en su bolsa al pequeño niño, a quien arroja al pueblo con una simple apertura del pico. Mientras el nuevo Mecías desciende a la tierra, el ave se santigua, obteniendo así el perdón del dios grande, el jefe de los jefes. Se ha ganado el cielo.

Llegó la hora, el niño se recuesta sobre el suelo y comienza a llorar tempestades de fuego, lágrimas que hacen arder la piel de todos los ciegos que no quisieron abrir sus ojos (tal vez porque era mejor que ver lo que los demás querían dejarlos observar). Los gritos del pequeño se convierten en ráfagas devastadoras, que acaban con toda vida que se encuentra a su paso. El llanto cesó, y ha redimido los pecados de casi todos los obtusos y tercos animalitos. Quienes lograron sobrevivir, quedarán condenados a la desgracia, al sufrimiento, a los cambios internos que le darán fin a su existencia solo cuando ya hayan sufrido demasiado. Pero bien sabemos que para el amigo sufrimiento, nada es demasiado.

Otra vez en el sofá, con el estómago repleto de emoción, con su miembro ardiendo de placer, se encuentra el padre. "¡Que espectáculo tan maravilloso me han regalado mis preciosos difuntos!". Como todos sabemos, para algunos nada es suficiente, mientras más guita, mas placer, mas se quiere. Y así es como el señor de las tierras del norte decide ejecutar un nuevo acto. Más grande, más ostentoso, mas muerte y dolor para colmar el vaso de sus emociones una y otra vez.

Tres días le tomó a la cigüeña ponerse lo suficientemente fuerte para llevar al segundo enviado. No por casualidad lo llamaban "el gordo". El gordo era ya un hombre grande, con una vida de excesos, de atracos con riquísimos bueñuelos de plutonio que se devoraba en cantidades monstruosas.

Nueve de agosto, y otra vez volar, santiguarse y obtener el cielo, el trabajo era fácil para el animalucho de no ser por la pesada y asquerosa carga que llevaba. Todo el camino comiendo sus buñuelos y eructando horribles emanaciones de azufre que mareaban al emplumado mensajero. Ha llegado al lugar, abre el pico con inmenso placer y deja caer a la enorme bola de destrucción que desciende cantando el precioso himno de las barras y estrellas.

Boom! El gordo cae en la sorprendida población de herejes aplastando con su enorme culo a todo ser viviente. Luego antes de desaparecer, despide de su vientre salvador la más hedionda y mortífera flatulencia que jamás haya existido. ¡Que bien le habían sentado los buñuelos de plutonio!. Mientras el gas termina de aniquilar a los malditos profanadores de la fe, el gordo se despide con una lágrima.

Aplausos, risas, lluvias de semen bañan la sala oval. La recámara predilecta de los dioses norteños. ¡¡¡Bravo, bravo!!! Más muerte, más desesperación. Pero en medio de tanta felicidad, papito sintió un vacío, algo que no terminaba de satisfacerlo. ¡Puede ser mejor!,¡¡¡¡ Puede ser más grande!!!!!... Risas en el taller del diablo (diría el dios Patricio), donde empezarán a construir el verdadero Apocalipsis. El que no vendrá montado en caballos, no serán jinetes... Pilotos en águilas de acero, terminarán con lo que alguna vez, un viejo barbudo con aires de científico loco, construyó para divertirse.

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